[Mir]
Apenas dormí esa noche, me desperté a las 8:00 am. Efectivamente, Joon no se había movido de mi lado. Entrelacé mis dedos en su cabello y respiré hondo, cuánto había echado de menos su olor…, aunque no es que oliera a rosas precisamente, la noche anterior había dado un concierto y no le había permitido pasar por casa. Comencé a jugar con su cabello, me quedé observándole un rato. Escuché un gruñido.
-Hay mucha luz.-Ronroneó
Sonreí.
-No puedo apagar el Sol, pero si puedo cerrar las cortinas.-Respondí.
Joon se acurrucó.
-No hace falta…
-Pareces un niño.-Reí.
-Tengo sueño… —Se incorporó, quedando cara a cara—.Y el niño eres tú.
Cogí su rostro entre mis manos.
-Hoy lo eres tú.-Sonreí pacíficamente.
Se fue a acostar de nuevo, pero algo llamó su atención.
-¿Esta nota no es de la enfermera?-Preguntó mientras alargaba el brazo-.Mir, no la has llamado para los medicamentos.
-¡Trae eso!-Exclamé a la vez que le arrancaba la nota de las manos-.No quiero que venga esa petarda.
-¡Mir, es por tu salud!-Exclamó mientras intentaba alargar el brazo y llegar a tocar el timbre.
-¡No!-Grité. Aparté su mano.
Agarró mi brazo y se estiró más, me tiré —costosamente— encima de él.
-¡Ha!-Exclamó al haber conseguido pulsar el botón.
-¡Imbécil!-Grité-.Yo quería pasar más tiempo a tu lado, ahora vendrá la petarda de turno, siempre molestando. —Gesticulé exageradamente con los brazos, lo que me hizo perder el equilibrio y caer de la cama— ¡Ah!
Noté cómo algo se deslizaba de mi nuca, Joon empezó a reírse. Miré hacia abajo, el camisón se me había desabrochado y se me había caído. Me puse rojo como un tomate y me dejé caer de rodillas, cogí el camisón y me tapé rápidamente.
-Vaya…Es la primera vez que te veo desnudo…-Comentó.
-¡Calla! —Grité avergonzado. La puerta se abrió, era la enfermera— ¿Y tú qué, petarda?-Pregunté molesto.
-¡Mira niño, este es mi trabajo! —Dejó malhumorada las pastillas y el botellín de agua sobre la mesilla— ¡No aguanto a los pacientes como tú! Siempre estás dándome la vara, que si esto, que si lo otro… ¿Esto que es? —Preguntó al verme desnudo— ¡¿Otro momento íntimo?! —Gritó. Se marchó hacia la puerta y cerró de golpe— ¡Joder! —Gritó desde fuera.
-Esa mujer necesita terapia.-Comentó Joon entre risas
-¡Estoy harto, y todo es por tu culpa!-Grité muy avergonzado mientras me tapaba la cara con un cacho del camisón.
Joon se agachó.
-Oh venga, no te pongas así, lo hago por tu bien.
-Si hubieras pensado en mí te habrías dado cuenta de que o que yo quería era una mañana a tu lado, una mañana normal.
-Pero estás ingresado, las mañanas no van a ser iguales a las habituales, tendrás que tomarte las medicinas si quieres mejorar, te recuerdo que cuando te ingresaron estabas fatal, al borde de la muerte.
-Ya bueno, pero…- Me quejé.
-No hay peros que valgan, y ahora vístete, tientas bastante.
Me sonrojé.
-¡Serás pervertido!
-Oh, pero si solo digo la verdad, no sé, es lo normal en las relaciones, ser sincero con tu pareja… Tranquilo, cuando te vayas a vestir no voy a mirar.
-¿¡Pero desde cuándo estamos saliendo juntos!?-Exclamé confundido.
Joon guiñó un ojo y se dio la vuelta.
-Cuento hasta diez, si no has terminado, me giraré, aunque estés como Dios te trajo al mundo.
-Pero serás…-Murmuré mientras apartaba la vista.
-¡Tres!-Exclamó.
-¡Ah!-Me levanté y me puse el camisón lo más rápido que pude.
-¡Nueve y medio!-Exclamó-¡Diez!-Se giró de golpe, pero puso cara de decepción-,¡Oh! No llegué a tiempo.
-Te odio.-Cogí la pastilla y me la tomé.
Joon se acercó por detrás y me agarró de la cintura.
-Así me gusta, que te tomes las pastillas.-Ronroneó dulcemente en mi oído.
-Nnngh.
-¿Te gusta?-Preguntó a la vez que iba bajando las manos hacia mis caderas.
-Aquí no…-Supliqué.
-¿Por qué?
-¿P-por qué iba a s-ser?-Tartamudeé.
-Ngh, ya sé que esto es un lugar público y que ALGUNA enfermera puede entrar en el momento más inoportuno…
-Por eso mismo.-Me apoyé en su argumento.
-Pero nadie podrá descubrirnos si cierro la puerta con pestillo…
Me giré.
-¡Ni se te ocurra! ¿Y si tiene que venir la enfermera con algún medicamento más? ¡Oh, Joon, tú quieres que me muera!-Interpreté.
-Teatro barato, no Mir, no naciste para ser actor.-Empezó a reírse.
Me reí y le abracé.
-Aún tengo una duda.
-¿Sí?-Preguntó.
-¿Por qué me hiciste aquello en los vestuarios? —Joon se quedó callado—. Me refiero, ¿por qué me besaste, fue por hacerme sufrir o porque lo ansiabas?
-No creo que importe la respuesta, es el pasado ¿no? Pues ya está, lo único que importa es que ahora estoy abrazado a ti.
-¿Me vas a dejar en ascuas?
-Si eso significa no contártelo nunca, sí.
-Yo te contaría cualquier cosa…
-¿Ah sí? Entonces supongo que no te importará decirme qué hiciste y con quién dormiste la noche en la que te escapaste de casa.
-Dormí con Dongwoon…
-No nací ayer, tenías unos arañazos tremendos.
-¡Fue Dongwoon! Lo juro.
-¿Tuvisteis sexo?
-¿Qué?
-Si tuvisteis relaciones sexuales.
-No.
-No me mientas, has desviado la mirada.
-Al menos no esa noche.-Respondí entrecortado mientras me separaba temerosamente de él.
-Entonces habéis tenido…
Afirmé con la cabeza.
-El día del partido, cuando lo de la pelea, es decir, antes del ingreso.
-Ah…
-¿Me dirás tú ahora por qué me besaste?
Caminó en círculos y acabó por sentarse en la cama.
-Me excitas bastante, ¿contento? Me atraías en ese entonces, pero era algo muy superficial. También quise hacerte “sufrir” porque no quería que te ilusionaras, quería romper tus sueños, que me odiaras, y así no sentirme culpable si llorabas por mí.
Caminé hasta la mesilla y cogí una de las flores, empecé a jugar con ella.
-Creo que entonces los dos somos pecadores, ¿no? No nos libramos de nada, así que no tienes nada que reprocharme, ni yo a ti. ¿Alguna vez me he quejado de cuántas veces no dormías en casa, de cuántas veces te liabas con jovencitas en los hoteles más caros de Seúl?
Joon miró a través de la ventana, luego cerró los ojos, permitiendo que el Sol calentara su piel.
-De eso hace ya mucho tiempo.
-No tanto. —Me acerqué y me senté en la cama—.Pero no hay que preocuparse de ello, no me importa, ahora te tengo ¿no?
Joon sonrió.
-Sí, me tienes, y yo te tengo.
-¿En eso se basa una relación?
-Sí, en tenerse el uno al otro, en respetarse, en quererse.
-Entonces, ¿estamos saliendo juntos?-Pregunté con voz de inocente.
-Sólo si tú quieres.-Respondió mientras me acariciaba la mejilla.
Miré la flor y luego a Joon.
-Sólo si tú eres la fémina en ella.-Concreté.
-¿Yo la fémina? —Se rió— ¿Pero tú te has visto? Pareces la típica princesa que va a jugar al “me quiere, no me quiere” con la margarita.
-No es una margarita…
-¿Y? Tú eres la fémina.
-Yo no, tú.
Se acercó lascivamente hacia mí, me eché hacia atrás y solté un pequeño grito de sorpresa.
-Creo que queda claro quién es la fémina, una palabra, más bien, un grito vale más que una imagen.
-Serás idiota.-Me quejé.
Se acercó más, con una sonrisa pícara esbozada en su rostro.
-¿Qué haces?-Pregunté nervioso.
-¿Un caballero no puede disfrutar de su dama? Las mujeres deben de conocer los deseos de los hombres para poder satisfacerlos…
-¡Serás cabrón!-Exclamé-¿Y de dónde te has sacado esa frase?
-Ah, de un libro sobre la vida de una santa.-Sonrió de oreja a oreja.
-¿Desde cuando lees libros sobre santas?
-No creo que sea un dato de interés, ahora si me permites…-Se acercó para besarme.
¿Qué hago, me aparto o no? Quería besarle, pero estaba siendo algo desagradable conmigo.
Antes de que juntase sus labios con los míos sonó su teléfono.
-Agh, qué oportuno.-Se quejó.
Joon se levantó y fue a contestar.
-¿Quién es?-Pregunté.
Me hizo una seña con la mano, me dijo algo así como “espera”.Aún tenía muchas preguntar que plantearle a Joon... sobre él, sus sentimientos, y aún más importante: sobre Thunder. Me apoyé en la pared y miré por la ventana. Hacía un día precioso, aunque cualquier día a su lado será más precioso aún.