[Joon]
Me encontraba arrodillado a uno de los lados de la camilla, agarraba fuertemente su mano mientras le suplicaba que volviera en sí. Los médicos me aconsejaban que era mejor que me fuera a casa y esperar a que le subieran a planta, pero yo no quería abandonarle, no quería dejarle solo ante ese peligro. Las lágrimas mojaban su inmóvil mano, al menos podía sentir el calor de su cuerpo, era mi único amparo… saber que seguía vivo, oír el pitido de la máquina a la que estaba conectado. Miré su dañado rostro y me detuve en la mascarilla de oxígeno que le habían colocado. ¿Por qué no me di cuenta antes? Agarré más fuerte su mano y la acerqué a mis labios. Besaba su mano mientras decía su nombre y mis lágrimas le empapaban la piel. Dongwoon también estaba ahí, parecía impotente, como si aún no asimilara lo que veía. ¿Por qué a ti, Mir?
-Le aconsejo que descanse…-Me comentó la enfermera.
Levanté la mirada.
-No quiero abandonarle…Por favor.-Supliqué.
El médico miró hacia el suelo.
-Puede quedarse esta noche si lo desea.-Dijo.
Miré a Dongwoon.
-Yo me iré a casa.-Comentó con un nudo en la garganta-¿Te traigo un café?-Preguntó.
Sonreí.
-Gracias, por todo.
Dongwoon afirmó con la cabeza y salió de la habitación. La enfermera se acercó y posó su mano sobre mi hombro.
-Lee Joon, perdona por mi atrevimiento pero… ¿Qué ha sido de aquel hombre fuerte y positivo que se muestra ante las cámaras y sus miles de fans? Confía en que va a salir de esta y se mejorará, háblale todos los días, que oiga tu voz, mímale.
-Lo haré.-Afirmé.
Retiró su mano y se marchó junto al médico de cabecera. Me dejaron a solas con Mir. Me levanté sin soltarle la mano. No podía aguantar aquello, el verle tumbado en aquella camilla me destrozaba, me mataba lentamente. ¿Por qué nunca me di cuenta? Ahora entendía tu comportamiento… ¿Por qué nunca me lo dijiste? Idiota, tienes boca para algo, ¿no? Me acerqué a su rostro y le cogí por el cuello del camisón. “Ni se te ocurra marcharte” Le supliqué “Cómo me dejes te vas a enterar” Amenacé entre lágrimas “Vas a ponerte mejor” Le juré. Mis lágrimas cayeron sobre sus mejillas, las sequé con la manga de mi jersey y acaricié su rostro. ¿Me tenía que enterar por otro? Preferiría haberlo sabido en otras circunstancias y que fueras tú quien lo confesase. Aparté delicadamente la mascarilla de oxígeno y acaricié sus labios con mi pulgar. “Imbécil, imbécil, imbécil, eres un completo imbécil” Me acerqué a sus labios lentamente y sobre ellos posé los míos, besándole tiernamente. No podía evitar llorar, presentía que aquel sería nuestro último beso, que esto era una despedida. Me separé unos centímetros y me sequé las lágrimas, volví a colocarle la mascarilla y apreté más fuerte su mano, me acerqué a su oído y le susurré las palabras más bonitas que pudiera escuchar en mil vidas.
Mi alma cantaba sus penas y las manifestaba, nunca me imaginé que esto llegara a pasar, mi cabeza era un torbellino de pensamientos. Te quiero Mir, te quiero. No sé cómo ha pasado, no sé cuándo he empezado a sentir esto, pero si tengo algo claro es que te quiero y no voy a permitir que me abandones sin más.